Agencia de Viajes es uno de los Laboratorios de Artes del Ministerio de Cultura de Colombia, desarrollado en el departamento de Sucre. Es un proyecto colaborativo y participativo que plantea alternativas de apropiación del patrimonio inmaterial mediante el reconocimiento espacial del entorno entendido como "cartografías urbanas", reflexiones sobre el turismo cultural, apropiación del espacio y procesos de creación artística.

martes, 25 de octubre de 2011

Placa conmemorativa alusiva al final de la Guerra de los Mil Días y que dentro de mi labor de Gestor Cultural Municipal de Sampués conseguí a través de una donación de la Empresa Privada.

En la placa se lee la descripción de los hechos sucedidos en Sampués en los últimos momentos de la Guerra cuando se le pone fin a la misma. Esta placa se ubicará próximamente en Sampués y se hará su descubrimiento y presentación a la ciudadanía en ceremonia especial. La idea es que así como esta placa, se gestione la consecución y ubicación de otras en los distintos municipios donde se dieron hechos relvantes de la guerra y que potencialmente se convertirían en destinos de la ruta. Un paso fundamental en la intención de obtener estas placas es involucrar a más personas habitantes de estos municipios en el proyecto, en especial a docentes, Secretarios de Educación y gestores culturales...

5 comentarios:

  1. Rafael Uribe Uribe

    (Valparaíso, 1859 - Bogotá, 1914) Político y militar colombiano, impulsor de la guerra de los Mil Días y líder del partido liberal. Hijo de Tomás Uribe y María Luisa Uribe, era el tercero de diez hermanos.

    La guerra de los Mil Días

    Varios factores contribuyeron a que Rafael Uribe fuera uno de los grandes promotores de la guerra de los Mil Días: el entonces vicepresidente, encargado de la Presidencia de la República, Miguel Antonio Caro, cometió una serie de arbitrariedades contra el liberalismo, como el destierro, en 1895, del ex presidente Santiago Pérez y la reclusión de Benjamín Herrera. Además, el régimen nacionalista marginó de toda participación en el poder a los liberales y aun a los conservadores históricos. En 1898 se eligió al sucesor de Caro. Tres duplas compitieron: Marceliano Vélez y Guillermo Quintero Calderón por el conservatismo, Miguel Samper y Foción Soto por el liberalismo, y Manuel Antonio Sanclemente y José Manuel Marroquín por el partido nacional.

    Se impuso esta última, pero quizás fue la menos conveniente, pues para ese momento Sanclemente contaba con 85 años y su salud estaba demasiado quebrantada, al punto que el vicepresidente Marroquín asumió la primera magistratura durante los primeros tres meses del mandato y tomó algunas medidas que no fueron del agrado del presidente titular, quien una vez sentado en la silla presidencial las desconoció, con lo que consiguió el desacuerdo de los nacionales. El mal estado de salud de Sanclemente le obligó a trasladarse a Villeta, desde donde gobernaba el país, lo cual generó problemas a la administración pública en los días de la rebelión liberal.

    Todos estos factores incidieron para que el liberalismo, en cabeza del patriarca del radicalismo, don Aquileo Parra, quien había sido llamado en 1897 para que asumiera la dirección de la colectividad, pensara en declararle la guerra al gobierno conservador de Miguel Antonio Caro. Sin embargo, el jefe liberal, un tanto reblandecido a sus 72 años, no asumió esa actitud, hecho que le valió la reacción inmediata de sus copartidarios, encabezados por Uribe, quien procedió a disolver la Dirección Nacional Liberal y a deponer de su cargo a Parra.

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  2. Rafael Uribe planeó la guerra con el fin de derrocar al gobierno nacionalista, que según sus cálculos no debía durar más de tres meses, tiempo apenas necesario para cumplir con el objetivo trazado y con el que se evitaba innecesarios derramamientos de sangre. Sin embargo, el movimiento revolucionario se anticipó, pues en las filas del liberalismo existía cierta desorientación, un alto grado de desorganización y escasa unidad de acción. Tal error significó que el país se enfrascó en su más largo conflicto civil: la guerra de los Mil Días (1899-1902), el más sangriento también, pues dejó más de cien mil muertos en combate.

    El centro de operaciones militares de Uribe fue el departamento de Santander, principal escenario de la guerra; allí reclutó un ejército entero gracias a su poder de convicción. Los principales combates se cumplieron en La Tribuna, Piedecuesta, Bucaramanga, Peralonso, Terán, Gramalote, Palonegro, San Juan Nepomuceno, Cuchilla del Ramo, San Cristóbal, Gachalá, Magangué, Orejas, Juan Gordo, Corozal, Sincelejo, Tenerife y Ciénaga. En dos de estas batallas Rafael Uribe Uribe mostró ser un verdadero héroe.

    En diciembre de 1899 tuvo lugar la batalla de Peralonso. Las tropas de Uribe Uribe se encontraban deprimidas, pues en el reciente combate de Bucaramanga habían sufrido una derrota por la imprudencia de dos de sus coroneles y la juventud de las tropas. En Peralonso, los ejércitos conservadores se hallaban parapetados en el puente de La Laja y se preveía una derrota de las fuerzas revolucionarias.

    Sin embargo, Uribe dirigió la operación con el consentimiento de Benjamín Herrera, quien nunca fue amigo suyo, por ser recíproca la antipatía y muy distintas sus concepciones, aunque ambos combatieron en la revolución movidos por la fidelidad y el respeto al ideal liberal más que por un entendimiento mutuo. Fue Peralonso una de las pocas ocasiones en que los dos máximos líderes liberales en la guerra de los Mil Días se pusieron de acuerdo y pasaron por encima de los criterios de algunos que ya se sentían vencidos. Planeó Rafael Uribe atacar por sorpresa las tropas enemigas; unida a su ímpetu político, fue ésta la gran característica del personaje: su capacidad para las actuaciones heroicas desesperadas.

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  3. Efectivamente, tras dormir un rato, a las cuatro de la tarde entregó al general Leal su testamento para que se lo hiciera llegar a la familia y pidió a la tropa diez voluntarios para emprender el ataque. Acompañado del recién ascendido capitán Saúl Zuleta y de la reducida cuadrilla, inició una imparable carga hasta la cercana trinchera enemiga, que atacaron y tomaron obteniendo una resonada victoria.

    Dos meses después en Terán, el aguerrido general volvió a emprender otra temeraria misión, esta vez acompañado por sesenta hombres, contra el Estado Mayor del ejército nacionalista acantonado en una casa y defendido por dos mil quinientos soldados, misión en la cual también salió vencedor, logrando imponer la rendición a los sorprendidos jefes enemigos. Tales lances le proporcionaron una bien ganada fama de héroe y de general victorioso, mas no sangriento, pues siempre respetó la propiedad y creencias ajenas y trató a los vencidos con reconocida humanidad.
    Jefe del partido liberal

    La guerra de los Mil Días, el desgaste del conflicto y las consecuencias que generó cambiaron poco a poco las concepciones de Uribe Uribe, que de un exaltado belicista pasó a ser un estadista partidario de la paz. Consciente de que había perdido la guerra, decidió asumir la dirección del partido liberal para proporcionarle un nuevo rumbo. En 1909 se convirtió otra vez en el único representante del liberalismo en la cámara baja. Allí descolló por su ardorosa oratoria, pero también por su oportuno y alto nivel de análisis, erudición y precisión. Fustigó al régimen conservador y exigió la libertad de voto y expresión para el liberalismo, para lo cual recurrió, alguna que otra vez, a la amenaza de una nueva conflagración. En 1911 fue elegido senador de la República por los departamentos de Antioquia y Caldas.

    Antes, en 1905, había sido nombrado diplomático. Viajó entonces como ministro de Colombia a Chile, Argentina y Brasil. A su paso por el Ecuador estudió sobre los territorios fronterizos y rindió un pormenorizado informe. En Lima medió en nombre de Colombia en el litigio de fronteras entre Perú y Ecuador. De Chile sacó grandes enseñanzas militares para Colombia. En Argentina clarificó la posición del país sobre el atropello de Panamá. En el Brasil, en Río de Janeiro, dictó una importante conferencia en la Sociedad Geográfica, que tituló "Colombia", y el año siguiente (1907) participó en la Tercera Conferencia Panamericana, donde fijó importantes criterios sobre los diferendos limítrofes. En 1908 participó por Colombia en el Primer Congreso Científico Panamericano.

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  4. Rafael Uribe planeó la guerra con el fin de derrocar al gobierno nacionalista, que según sus cálculos no debía durar más de tres meses, tiempo apenas necesario para cumplir con el objetivo trazado y con el que se evitaba innecesarios derramamientos de sangre. Sin embargo, el movimiento revolucionario se anticipó, pues en las filas del liberalismo existía cierta desorientación, un alto grado de desorganización y escasa unidad de acción. Tal error significó que el país se enfrascó en su más largo conflicto civil: la guerra de los Mil Días (1899-1902), el más sangriento también, pues dejó más de cien mil muertos en combate.

    El centro de operaciones militares de Uribe fue el departamento de Santander, principal escenario de la guerra; allí reclutó un ejército entero gracias a su poder de convicción. Los principales combates se cumplieron en La Tribuna, Piedecuesta, Bucaramanga, Peralonso, Terán, Gramalote, Palonegro, San Juan Nepomuceno, Cuchilla del Ramo, San Cristóbal, Gachalá, Magangué, Orejas, Juan Gordo, Corozal, Sincelejo, Tenerife y Ciénaga. En dos de estas batallas Rafael Uribe Uribe mostró ser un verdadero héroe.

    En diciembre de 1899 tuvo lugar la batalla de Peralonso. Las tropas de Uribe Uribe se encontraban deprimidas, pues en el reciente combate de Bucaramanga habían sufrido una derrota por la imprudencia de dos de sus coroneles y la juventud de las tropas. En Peralonso, los ejércitos conservadores se hallaban parapetados en el puente de La Laja y se preveía una derrota de las fuerzas revolucionarias.

    Sin embargo, Uribe dirigió la operación con el consentimiento de Benjamín Herrera, quien nunca fue amigo suyo, por ser recíproca la antipatía y muy distintas sus concepciones, aunque ambos combatieron en la revolución movidos por la fidelidad y el respeto al ideal liberal más que por un entendimiento mutuo. Fue Peralonso una de las pocas ocasiones en que los dos máximos líderes liberales en la guerra de los Mil Días se pusieron de acuerdo y pasaron por encima de los criterios de algunos que ya se sentían vencidos. Planeó Rafael Uribe atacar por sorpresa las tropas enemigas; unida a su ímpetu político, fue ésta la gran característica del personaje: su capacidad para las actuaciones heroicas desesperadas.

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  5. A su regreso de la vida diplomática, en 1907, se convirtió en el jefe indiscutible del derrotado partido liberal e inició un interesante proceso para restituir al liberalismo su antiguo poderío. En 1910, presintiendo gravísimas amenazas totalitarias, pidió que se organizara la democracia para hacer de ella algo más que una frase: que se aumentaran sus mecanismos participativos, se evitaran las demoras y las discusiones estériles y se cumplieran de manera más definitiva las funciones sociales. Exigió una mayor representación de los grupos y las profesiones en el Parlamento, para superar el tradicional esquema liberal-conservador y por departamentos, y que hubiese representantes de los gremios: la agricultura, el comercio, la minería, los obreros, etc.

    Las diferencias entre los dos jefes naturales del partido liberal, Uribe y Herrera, quienes, como se ha dicho, no congeniaban, fueron muy notorias, sobre todo en torno al Republicanismo o Unión Republicana, pues mientras Herrera fue uno de los forjadores de ese movimiento y coordinó a 16 liberales y seis conservadores para darle el triunfo a Carlos E. Restrepo frente a José Vicente Concha en las elecciones presidenciales del 15 de julio de 1910, Uribe Uribe no fue amigo de la Unión Republicana, al punto que, para las elecciones de 1913, pidió al liberalismo que votara por José Vicente Concha, en contra del candidato republicano Nicolás Esguerra, que era liberal.

    El 15 de octubre de 1914, cuando Rafael Uribe Uribe se dirigía al Congreso, fue bárbaramente agredido por los obreros Jesús Carvajal y Leovigildo Galarza, quienes lo abatieron a golpes de hachuela. Pese a los esfuerzos para salvarle la vida, murió en la madrugada del día 26. Sin lugar a dudas, Rafael Uribe Uribe fue una de las grandes figuras de la vida nacional de finales del siglo XIX y principios del XX. Fue un mártir de la intolerancia política, sacrificado en aras de sus ideales políticos, como antes lo fueron Antonio José de Sucre y Julio Arboleda, y como después lo serían Jorge Eliécer Gaitán, Jaime Pardo Leal, Luis Carlos Galán Sarmiento, Bernardo Jaramillo Ossa y Carlos Pizarro León-Gómez.

    http://www.biografiasyvidas.com/biografia/u/uribe.htm

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